domingo, 13 de septiembre de 2009

Si he de serte sincero, a la fecha lo que menos te perdono es que, cuando aquéllos veranos en que los bosques de California ardían y hacían que la temperatura en Tijuana se elevara de más, me pusieras moñitos en el pelo para que no me diera tanto calor. ¡Claro, si eso de tener rizos a los 2-3 años...!

¿No era más fácil habérmelos cortado? ¿Y por qué después no me dejaban tener el cabello largo?

Si mal no recuerdo, fue a mis 4 años cuando te prohibí, terminantemente, que lo volvieras a hacer. Ah, y que ni si se te ocurriera volver a pedirme que usara pantaloncillos cortos.

¿Cómo podría jugar a ser Mannix o Batman con pantaloncillos cortos? ¿Quién podría tomar en serio a un niño que usa pantaloncillos cortos?

Tú me decías que mi berrinche más grande para contigo fue la vez que se te ocurrió lavar mi frazada, que usaba yo para cubrir mis ojos y que ni el más mínimo destello de luz me distrajera. Y sí, lo recuerdo... llegaste con mi mantilla, a punto yo de dormir, y al ponérmela sobre mis ojos, como antifaz, grité desconcertado:

- ¡Esta no es mi frazada! ¡No huele a mí!

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¿Cómo fue que te atreviste a lavarla? ¡Vamos, que yo sé que no conocíamos a Lino ni a los demás personajes de Charly Brown... pero eso no se le hace a un niño!

Y aun no cumplía yo 2 años...

Pero lo resolviste. No sé cómo me dormiste esa noche, mas al siguiente día metiste la mantilla entre mis ropas.

Para la noche, olía a mí. =)



Pero bueno... creo que a lo largo de tu vida me desquité bastante.

Como la vez que, no sé cómo ni porqué, me permitieron ser monaguillo a los 3 años. Y tú te sentías orgullosa al verme con una sotana, mientras que yo me sentía un super-héroe y trataba de robarle el show al padre Marín y a mi hermano 6 años mayor y todo un veterano en esos menesteres.

¡Y lo hice!

Cuando llegó el momento de la consagración, a mi me tocó llevar las vinajeras. Jorge ya me había instruído y hasta habíamos ensayado. Y fue en ese momento, al tomarlas y llevarlas al altar, que me atreví incluso a alzarle la frente al padre Marín, enojón como él solo, y sabía yo que no muy de acuerdo en que me hubieran permitido ser acólito a esa edad.

"In vino veritas, pater..."*

* Léase como la famosa frase de "Hasta la vista, baby...".

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Ok, ya no me "regañes". Ya, ya dejé de reír... ¡en serio! Mi única pregunta es ¿POR QUÉ NO ME DIERON UNA SOTANA DE MI TALLA?

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Me encantaba platicar contigo, y lo sabes. Y lo empezamos a hacer después de la muerte de mi padre y que nos fuimos a vivir a León. Bueno, para un niño de 6 años, el que su madre le pidiera opinión sobre cuestiones personales... me hacías sentir importante para ti.

Gracias.

Después... bueno, pasaron muchos años para volver a reencontrarnos. Y quedarnos hasta las altas horas de la madrugada platicando. O bien, dejarnos cartas debajo de la almohada cuando nos peléabamos.

Fíjate que tuve la suerte de decirte en vida TODO lo que significabas para mi.

Felíz cumpleaños. =)

Donde quiera que estés.

2 comentarios:

GOMGUZ dijo...

smack smack smack
y para ti tambien!!!

que bonito!

un abrazo enorme aunque no festejes y no quieras ser festejado.

Trento dijo...

Lo que pasa es que, y es en serio, después de mi 5° cumpleaños, le pedí a mi mamá que no me hiciera fiesta.

¿Quién iba a tomar en serio a un niño al que le ponían gorritos y lo hacían soplar velitas? ¡Y luego eso de que aparecían niños que yo ni conocía!